Yo no sé si te lo confesé, pero a mí antes me gustaban todas las mujeres (antes=antes de conocerte). Ahora las veo como si un velo se hubiera caído de mis ojos: son tontas, son feas (al cosmos le cuesta producir a una mujer linda) y son otras. Esto de que sean otras, de que ni siquiera se parezcan a ti es su más grosera e imperdonable imperfección. Además, la idea de hacer el amor con ellas me repele: qué feo, que antiestético e incómoda la postura; qué asco, qué aburrido. He descubierto la virginidad y su casi suficiente encanto...
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